martes, 5 de agosto de 2014

Ella.

Ella, una chica de metro y medio de altura, con una sonrisa que doblaba su estatura, un corazón que doblaba su sonrisa y, lo más importante, una personalidad que superaba a todo lo anterior junto. Ella, con una melena castaña recogida en una larga coleta, con unos grandes ojos miel ocultos bajo unas gafas aún mayores, ella tenía ganas de comerse el mundo. A ojos de la costumbre, era ligeramente extraña. No le gustaba ir de compras, no le gustaba el rosa, odiaba los cotilleos. Le gustaba vestir camisetas holgadas de grupos que habían pasado a la historia años atrás, diferentes. No le gustaba salir con más gente de la estrictamente necesaria. No quedaba para probarse ropa o para hacerse sesiones de fotos. Al contrario, tenía una cita todos los días de verano con su consola. Una Play Station 3, con diferentes videojuegos y una compañía que no solía ser mayor que su hermano pequeño y, de vez en cuando, su mejor amigo. Lo había conocido hacía dos años siendo, al comienzo, unos compañeros de mesa que no se soportaban mutuamente. Con el tiempo, su relación fue a mejor, encontrando cosas que tenían en común. Todo empezó con un par de grupos en común, una saga... hasta llegar a una incondicional amistad, apoyándose mutuamente cuando lo necesitaban, sin fallarse nunca, discutiendo y acabando riéndose. Siendo inseparables. Pero, si venías aquí a buscar un tópico en el que los mejores amigos se enamoran y viven felizmente hasta el fin de sus días, podéis ignorar esto y buscar otra cosa. Quedáis avisados.

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